El color es un elemento fundamental en la decoración. No sólo influye directamente sobre el espacio que ocupa y sobre los objetos que lo rodean, así como sobre la luz del entorno y la percepción de amplitud, sino que tiene un efecto directo sobre el humor de las personas. Es esencial y muy delicado, pero bien utilizado nos permite crear climas, estilos y estados de ánimo. No puede haber un aliado mejor.
En un proyecto de interiorismo es prioritario encontrar un esquema de colores que funcione adecuadamente. Es necesario por tanto entender cómo funcionan los colores, individualmente y también en armonía o contraste con otros. El color centra la atención y organiza un espacio, saber hacer uso de él es muy importante, pero, a la vez, el uso del color en el diseño de un entorno se considera muy subjetivo ya que cada uno tiene sus colores favoritos, unos recuerdos o una emoción asociados a un color determinado… Pero existe una opción «mejor» para cada caso que el simple gusto individual, por ejemplo en los espacios donde se requiere concentración y se incita al relax se optan por tonos fríos como los verdes o azules mientras que para los espacios laborales donde se busca la imaginación, la creatividad y un ritmo activo de trabajo se eligen colores cálidos como los amarillos, naranjas, rosas…¿Cómo encontrar el punto medio entre el gusto individual y el resultado que queremos conseguir a nivel de decoración? es muy útil conocer la teoría del color.
Primero hay que saber que todos los colores están hechos a partir de tres colores primarios: amarillo, rojo y azul; todos los demás se denominan “colores secundarios” y derivan de éstos, de este modo el verde es la mezcla entre el amarillo y azul, el naranja es la combinación entre el rojo y amarillo y el violeta se extrae del azul y rojo. Y si unimos un color de los primarios con un color de secundarios adyacente obtenemos los colores terciarios como por ejemplo, el verde lima con el verde y amarillo o el turquesa con el azul y el verde.
Si trazamos una línea en el círculo cromático, desde el amarillo verdoso hasta el rojo violeta tendremos la separación entre colores cálidos y fríos (el verde y el violeta puros, los que estarían justo en la franja, se consideran cálidos o fríos según la cantidad de rojo, amarillo o azul que se les añada). Los colores cálidos son estimulantes, alegres y generan actividad, vitalidad y alegría, además de sensación de cercanía. Los colores fríos son relajantes y calmados, y producen sensación de distancia.
A la hora de decorar, un color frío, usado solo, puede generar un efecto de tristeza. El color por si mismo no es correcto ni incorrecto, depende del uso. Un color cálido oscuro, usado en una habitación grande, reduce ligeramente el espacio, o podemos usarlo para dar la sensación de que los muebles son más grandes y los techos más altos si lo combinamos en un diseño con líneas horizontales. Un color frío claro aplicado en un pasillo puede, por ejemplo, aportar sensación de amplitud. Es decir, que tampoco es necesario usarlos siempre de la misma manera, porque el color tiene una gran capacidad de interacción con el espacio, y con una correcta combinación de ambos siempre podemos definir los ambientes a nuestro gusto.
Para no equivocarnos podemos emplear colores neutros como el blanco, el negro, o cualquier tono de gris junto con un color más llamativo. Un dato curioso es que el marrón, debido a que gran parte de los muebles son de madera, se considera un color neutro, aunque su posición cromática no lo define así. Pero si queremos ir un poco más allá y hacer uso de la teoría del color seguro que elegimos combinar los colores de la rueda entre sí.
Básicamente las combinaciones son de dos tipos, o bien por armonía o por contraste.
Si elegimos armonía, seleccionaremos colores que se encuentren adyacentes en la rueda cromática, es decir, que tengan el mismo color de base, lo que se conoce como combinación de colores armónicos. Por ejemplo amarillo con amarillo verdoso y amarillo anaranjado. Las combinaciones armónicas producen unidad a la vista, de forma equilibrada y serena. El peligro de decorar con colores armónicos es el riesgo de generar un efecto degradado o una monotonía de color. Hay que saber elegir las piezas y sobre todo los tejidos y materiales para que las texturas y formas nos ayuden con el efecto general.
Si elegimos el contraste, el efecto visual se produce precisamente por el choque entre opuestos, es decir, entre los colores que son opuestos entre sí en la rueda, los colores complementarios, por ejemplo azul y naranja, amarillo y morado o rojo y verde. Contrastan entre ellos y aportan una sensación estimulante de movimiento en la habitación. El peligro de los colores complementarios es que el contraste sea demasiado violento. Si seleccionamos el color teniendo en cuenta la funcionalidad de la estancia y lo ajustamos en intensidad podemos conservar la sensación de dinamismo sin alterar el confort visual.
Existen otros tipos de combinaciones más arriesgadas, como los tríos armónicos o los complementarios divididos, pero su uso es limitado porque son mucho más difíciles de ajustar para que no sean demasiado chocantes. Y estas son sólo algunas ideas para acercarse a la pregunta de cómo combinar los colores en la decoración. Queda mucho por decir sobre cada color en si y los matices que le aportan las diferentes combinaciones. Lo comentaremos en futuras entregas. En cualquier caso, si tienes dudas siempre puedes consultarnos y estaremos encantados de asesorarte, además, en nuestra web, puedes encontrar múltiples ejemplos de uso del color en nuestros proyectos y reformas, esperamos que te sirvan de inspiración.